jueves, 21 de enero de 2010

La derrota de Obama en el Senado


Pocas veces la elección de un senador de Estados Unidos capta tanta atención como la que ha generado el triunfo del republicano Scott Brown en la elección extraordinaria de Massachussets. Y es tan importante porque la decisión de los electores, que Barack Obama mismo identificó hoy como de enojo, de rabia, por la situación que se vive en ese país, hace que el Partido Demócrata pierda la mayoría que le garantizaba aprobar con relativa facilidad proyectos de ley en el Senado.
Lo que es más grave, genera una situación de mucha fragilidad que, no lo dudemos, hará las cosas más difíciles para Obama y en general para cualquier proyecto que implique cambios en Estados Unidos.
            Fue, en muchos sentidos, un golpe seco que los electores de Massachussets dieron a Obama y su gobierno, por las muchas promesas hechas en el contexto de la llamada Revolución de la Esperanza de 2008-9, pero también porque una vez en el poder las cosas no han caminado como se esperaba.
            La campaña de los republicanos en Massachussets, con un oscuro senador local como su abanderado, estuvo lejos de ser brillante. Ganaron con los mismos temores con los que los republicanos han anulado a los demócratas en otras ocasiones: miedo a más impuestos, miedo a los extranjeros, miedo a asumir un rol demasiado protagónico en el mundo, a pesar de que George Bush haya sido culpable de la más importante movilización de tropas de Estados Unidos desde la segunda Guerra Mundial y miedo, sobre todo, a un sistema de seguridad social que verdaderamente acoja y proteja a todos los estadunidenses.
            Es una lástima. Obama deberá remar contra la corriente y no será fácil porque su propio partido no tiene claro qué hacer, qué ofrecer, cómo ganar, como lo demostró la campaña de la demócrata Martha Oakley que muy tarde comprendió el carácter verdaderamente nacional de esta elección, y sólo al final invitó a Obama y a otros políticos demócratas a que la ayudaran en esta elección.
            Por lo pronto, está claro que la reforma del sistema de salud, que es muy importante para muchas familias de mexicanos que viven en Estados Unidos, o tendrá que ser replanteada y peleada desde la Cámara de Representantes, o simplemente tendrá que ser archivada para una mejor ocasión que, dadas las condiciones de la economía de Estados Unidos es difícil imaginar, pues son crisis como la que se vive todavía allá las que impulsan las grandes reformas que remedian este tipo de problemas.
            Algo que es importante pensar también, desde México, es que dado el carácter bipartidista de la política estadunidense, la única manera en que los electores podían protestar contra los errores de Obama y su partido era con un voto por el partido que los metió en este tipo de problemas. Pensemos en esto al momento de decidir sobre la actual propuesta de reforma política que tiene, como uno de sus riesgos, el de alentar el bipartidismo.

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